Saturday, December 17, 2011

LA REPRODUCCION NO ES LA VIDA

LA REPRODUCCION NO ES LA VIDA

Podemos leer en muchos textos que la vida es simplemente la reproducción, lo cual no es correcto.

Decimos que esta consideración no es válida porque tenemos evidencia tomada del estudio de las células HeLa. Las células HeLa se tomaron del cuerpo inerte de Henrietta Lane y están siendo reproducidas en muchos laboratorios. Estas células se separaron del cuerpo inerte de un ser humano que murió de cáncer, pero esas células se mantienen vivas por medio del cultivo apropiado de las células. Aunque la vida haya sido mantenida por las células HeLa mediante la reproducción, las células HeLa también mueren. Así, la reproducción es un método para que los seres vivientes logren un último objetivo que consiste en dar continuidad a “otra característica” llamada vida. Si la vida fuese la reproducción, entonces los cristales, los priones y los coacervados de Oparin podrían considerarse también como seres vivientes, lo cual no es verídico.


EL BLOQUEO DE LA ENTROPÍA NO ES LA VIDA

¿Es la vida la resistencia de los seres vivientes al aumento de su entropía local? Schrödinger escribió acerca de este tema, pero, aunque él se acercó un poco al concepto verdadero de vida, él falló porque si la vida fuera la resistencia a aumentar su entropía local, entonces toda la materia en este universo estaría viva.

La Biología y la Química, a diferencia de la Física, no admiten contextos ideológicos: O los fenómenos biológicos son reales, o han sido inventados, así de sencillo.

Los Biólogos no podemos andar por ahí diciendo que tal o cual cosa es matemáticamente posible y que por ello existe en el mundo real. Esta es una de las fallas principal de los juicios y argumentos en contra del proceso biológico de la Evolución.

Para los Biólogos el terreno de la especulación es distinguible y los biólogos especificamos lo que es especulativo y lo que no lo es. Por ello, para los Biólogos no existen muchas entropías, sino solo aquella que es observable y cuantificable, esto es, la que se refiere a las funciones de los conjuntos macroscópicos determinadas por subconjuntos de estados microscópicos. Lo que ocurre en los biosistemas es una demora en la difusión o dispersión de su energía interna; sin embargo, esa energía interna nunca fluye desde campos de menor densidad de energía hacia campos de mayor densidad energética, sino al contrario, obedeciendo estrictamente la segunda ley de la termodinámica.

El orden y la complejidad solo son observables en sistemas macroscópicos, pues a nivel microscópico la entropía es fija, es decir, tiene un valor de cero. Cuando nosotros consideramos el orden de un sistema macroscópico y consideramos su orden microscópico descubrimos fácilmente que no existe una línea fronteriza entre lo macroscópico y lo microscópico, entre lo ordenado y lo desordenado y entre lo complejo y lo simple. A lo que llegamos es que el nivel de complejidad observable en un sistema macroscópico obedece a un conjunto de variables microscópicas con grado de complejidad igual a cero, esto es, para un volumen igual a uno (de la partícula), una entropía igual a cero.

A medida que integramos los datos hacia el nivel macroscópico, la entropía adquiere un valor distinto de cero y adoptará siempre valores positivos, de tal forma que la entropía del sistema macroscópico, al que llamamos complejo, siempre tendrá una mayor entropía que el sistema microscópico, al que denominamos simple, que fue el que lo determinó (al sistema complejo.

Para verlo de una manera más objetiva, la energía interna del conjunto macroscópico estará ocupando un mayor número de microestados que el subconjunto de sistemas microscópicos que determinó las posiciones del conjunto macroscópico. Esta es la paradoja térmica de los biosistemas, que la complejidad observable a nivel macroscópico posee una mayor entropía que los sistemas simples que determinaron su complejidad. Esto muestra claramente que el orden y la complejidad son conceptos antropogénicos. Por ello, los biólogos teóricos proponemos que se descarte al orden y la complejidad como características diferenciales de los seres vivientes.


DESORIENTACIÓN

Debido a que durante muchos años fuimos incapaces de describir la vida, los biólogos tomábamos las funciones de los seres vivientes como la definición de la vida.

Aunque estudiemos la vida por la observación de los macroestados de los seres vivientes, éstos no son la vida. Las funciones realizadas por los seres vivientes, como la reproducción, la fotosíntesis, la respiración celular, etc., no son la vida. Como su designación lo dice claramente, los seres vivientes experimentan vida, pero ellos no son la vida.

Sería crítico decir que la estructura y las funciones de una máquina son la fuerza electromagnética o decir que la estructura y las funciones de una máquina son la capacidad de transformación de una clase de energía en otro. Consecuentemente, es la misma cosa cuando definimos el concepto vida.

No podemos decir que la estructura es la vida, ni que el conjunto de procesos realizados por las estructuras vivas es la vida. Como en las máquinas, la capacidad de los seres vivientes para bloquear no-espontáneamente el aumento de la entropía reside en un estado de la energía de la energía.

La diferencia entre las máquinas y los seres vivientes es la posición de sus respectivos operadores. Mientras que el operador de las máquinas es periférico a ellas, el operario de los seres vivientes está dentro de ellos mismos. Esto permite una autonomía completa en los seres vivientes para capturar la energía de su ambiente y dirigirla, mientras que la máquina no puede tomar energía del ambiente por sí mismo.

Sin embargo, la vida no es la autonomía en sí, sino un estado de la energía que comunica autonomía temporal a los seres vivientes para establecer intervalos en la tendencia de su energía interna a ser dispersada o difundida.

La autonomía no es algo que podamos medir; en su lugar, nosotros podemos medir la densidad específica, las posiciones y los movimientos de la energía, o microestados, de cualquier sistema. En otras palabras, nosotros podemos medir el estado de la energía de cualquier sistema, incluyendo el de los biosistemas. La autonomía es una característica de los seres vivientes, pero no es la vida, sino una propiedad conferida por la posición y el movimiento de la energía interna de los biosistemas.

La posición y los movimientos de la energía en un biosistema son los que generan las propiedades termodinámicas de los seres vivientes. La reproducción, la herencia y la evolución dependen de las estructuras moleculares, no de la vida. Cada clase de serie molecular confiere las propiedades específicas al macroestado que experimente esa clase de arreglo molecular. Así, observamos moléculas como el ADN que pueden almacenar información para el desarrollo de los seres vivientes; nucleótidos que pueden almacenar energía para dirigirla hacia otros procesos; proteínas que pueden ser excitadas por fotones para la captura de energía del ambiente, etc.

Sin embargo, las estructuras solas no son vida, y ellas no confieren la vida. La evidencia sobre esta declaración es palpable; pero, para que un sistema dado experimente la vida, debe poseer un arreglo molecular definido. También, para que la vida sea continuada, son necesarias estructuras específicas que puedan reproducirse y pueden establecer un rango de estabilidad de su estructura específica.

Pienso que hubo muchas estructuras que fueron "tocadas” por la fluctuación de energía experimentada por nuestro sol primitivo. Muchas de ellas no tenían la habilidad para la autoreproducción, muchas otras no tenían la capacidad para capturar energía del ambiente para almacenarla.

La clave para capturar la cantidad exacta de energía necesaria para la vida era una estructura completa en el momento y lugar adecuados. Si no hubiera estructuras con las capacidades de reproducción, herencia y evolución en el tiempo cuando nuestro sol proporcionó esa energía para la construcción de estructuras moleculares más complejas, esa "convulsión" solar hubiera sido inútil para que las partículas experimentaran la vida. Pero también podemos pensar al revés, sería inútil tener las estructuras completas con la capacidad de autoreproducción, herencia y evolución sin el baño de partículas solares con momentums y posiciones específicas en los campos de Higgs (campos de densidad de energía) vibrando a la frecuencia de la vida.

Las estructuras se construyeron gracias a la radiación UV, la radiación de calor y la radiación gamma durante el origen de nuestro Sol; pero, si las estructuras se hubiesen formado un milisegundo después de la fluctuación en la densidad de la energía solar que les permitió realizar el movimiento de protones a través de biomembranas, entonces nosotros no estuviéramos aquí, girando nuestros cerebros en el rompecabezas creado por nuestros despreocupados antepasados intelectuales.


DEFINICIÓN DE VIDA

No existe una definición directa de vida, sino que a partir de observaciones directas e indirectas del estado térmico de las estructuras vivas, podemos decir lo siguiente: La vida es la dilación en la difusión o dispersión espontánea de la energía interna de las biomoléculas hacia más microestados potenciales.

¿Por qué es tan difícil definir la vida? Esta pregunta tiene una respuesta concisa, porque la vida no es una cosa que pueda tocarse, sino un estado que solamente puede describirse operacionalmente.

No podemos decir que la vida es un aliento, una brisa, ni la estructura x o y; tampoco podemos decir que la vida sea una forma de energía; pero, sí podemos decir que la vida es un estado de la energía cuántica. Por supuesto, la vida está representada por los seres vivientes, sin embargo no podemos decir que los seres vivientes sean la vida, pues al morir éstos los seguimos teniendo como materia inerte, no viviente. Luego pues, la vida es un estado de la energía en ciertos arreglos de la materia a los cuales nosotros llamamos “seres vivientes”

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